En la coherencia de vida, para que opten por una vivencia de la fe sin formalismos ni superficialidades.
En una espiritualidad natural y alegre, que les libere de cualquier tipo de adoctrinamiento o moralismo (que nada tienen que ver con la sana doctrina y la moral equilibrada de la Iglesia).
Con proyectos de acción social que les ayudan a valorar y agradecer lo que tienen, y a comprometerse para lograr un mundo mejor.
Para lograr una experiencia real de fe y del amor de Dios, que dará sentido y plenitud a todos los porqués de sus vidas.